Como olvidar la eterna enemistad de mi adolescente hermano mayor con mi querida Lolita, la perra que tuvimos por años en casa.
Ya vieja y amargada le daba por acostarse a dormir en la puerta del baño todas las noches, cuando toda la casa estaba a oscuras y todos dormian. Cada vez que Aly se levantaba de madrugada para hacer pipí y accidentalmente la pisaba aquello se escuchaba como una pelea de perros callejera. Lolita se volvía una fiera mordiendo a diestra y siniestra en la oscuridad sin percatarse de a quién. De Aly solo se escuchaban los “Ay”, “Ou”, “Au” correspondientes a cada mordida y entonces Lolita, ya habiendo identificado al contendiente, corría a mi lado y se acurrucaba conmigo en mi cama mientras Aly , cojo, la perseguía.
Cuando este llegaba a mi cuarto ya ella, sintiéndose protegida por mí, le estaba esperando mostrándole los dientes hasta las encías y gruñéndole amenazadoramente (siempre me recordó a "Alien, el 8vo pasajero" cuando hacia eso). De inmediato Aly, lleno de ira y dolor, comenzaba a proferirle gráficas amenazas a través de mi: “nenita, a esa perra la voy a matar… cuando tú te vallas que yo la agarre sola la voy a tirar por el balcón, la voy a matar!... ya vas a ver, la voy a agarrar por el cuello y la voy estrangular… mejor no la dejes sola porque la voy a matar!”. Y la perra, que al parecer sabía que la estaban amenazando a ella, se abalanzaba hacia él ladrándole con odio y mordiendo el aire con violencia, como mostrándole como lo iba a morder la próxima vez que la pisara.
Aquella triste escena solía acabarse cuando mi mamá se levantaba por el escándalo y mandaba a Aly a dormir diciéndole que se callara y dejara de hablar pendejadas que él no iba a matar a nadie!
Ovidio y Yo
Anécdotas graciosas de mi vida y mi entorno salpicadas de la opinión de mi leal Ovidio Valentín.
domingo, 28 de julio de 2013
jueves, 19 de abril de 2012
La Muerte de Gualdo
Jamás pensé que una
de las experiencias más tristes y trágicas que he vivido con una mascota podría
convertirse en una historia algo risible al contarla un par de años después.
Mi gatito, Gualdo “El
Catamaran” Gaviota (nombre no por pedegree sino por marisqueras nuestras) al
parecer se indigesto un día y comenzó a hinchársele la pancita; se quejaba,
estaba triste y finalmente se echo en el piso de la cocina muy adolorido a
morir. Ahí lo encontramos mi mama y yo ya bastante tarde en una lluviosa noche.
No nos quedo de otra más que sentarnos a
su lado a lloriquear también (como si con esto lo aliviáramos de alguna forma) esperando
lo inevitable.
En un breve periodo
de tiempo sus maullidos comenzaron a hacerse más débiles y distanciados entre
si. Los ojos muy abiertos de Gualdo se perdían en una mirada vidriosa y
desarticulada hacia el horizonte de ollas y trastos. En poco tiempo el intento
de maullar era solo un susurro que ocurría cada 10 seg… 15 seg… 30 seg… 1 min………
y comienza la tragedia:
- -Ay mami
se murió ahora si el pobreciiito… (inicio de llanto impetuoso y desbordado)
-
-Pobrecito
- acento maracucho - cerrale los ojos (snif, snif)
-
(mi
llanto se detiene ipso facto dando paso a cara de “susto con no me jodas”) -Cerraselos
tú!
Porque justo en
este momento aparece el inevitable miedo a lo “recién-muerto” y nadie quiere
tocar al difunto. Es ese terror fantasmagórico sembrado en nuestros subconscientes
por años y años de películas de zombis. Todo lo que piensas es que el muerto de
repente no esta tan muerto y tal vez se despierte con los ojos volteados pelándote
los dientes, reclamando tu cerebro…! Uy que miedo! Y luego dicen que la tv no fríe las neuronas.
Tristemente la
autoridad materna pudo más que mi miedo patológico y solo bastó una expresión amenazante
bien conocida por mí, acompañada de un:
-
-QUE SE
LOS CERRÉIS TE DIJE!!!
Resignada y llorosa
(por tristeza y miedo) comencé a estirar mi mano temblorosa hacia los ojos del inmóvil
felino, pero justo a un par de cm de alcanzarlo se escucho un débil suspiro y
un “Meeeeaaawoooo…”.
Dios Mío Santísimo,
que susto! Ambas saltamos hacia atrás despavoridas.
Esta vivo aun! Nuevamente nos ataca la lloradera, pobre gatito se prolonga su
sufrimiento… Nos quedamos observándolo a ver si ha vuelto de entre los muertos
para quedarse o solo para espantarnos. Pero nuevamente 30 seg… 1 min… 2 min … (por si acaso)… 3 min…….
-
-Ahora sí,
aquí fue, ya se murió mami (cara de tristeza resignada y ya sin llanto)
-
-Vai
pues, cerrale los ojos…
-
-Maaamiiiii…
snif, snif…
-
-Cerraselos
nenita!
Una vez más intento
cerrar los exageradamente abiertos ojos de Gualdo, ahora con el temor de un
nuevo susto y justo casi al rozarlo otro: “Meeeeeaaawoooo…..” Y el susto!
-
-MIER… TA
VIVO, MAMI!
-
-Cuando
es que se va a morir este gato pues? Ya llevamos rato en esto!
-
-Cuanto
tenemos que esperar?
-
-Ni idea.
-
-Bueno,
vamos a esperar ahora que deje de respirar por 10 min pa estar seguras.
-
-Sera.
Suena sádico pero así
fue, nos quedamos ahí sentadas escuchando el últimos suspiro (varias veces) del
pobre gatito moribundo. Ya no nos asustaba. Lamento reconocer que ya queríamos que
se muriera, tanto por detener su sufrimiento, como por ya acabar con el trajín.
Finalmente, luego
de largo rato y de varias resurrecciones milagrosas, Gualdito se murió; lo
supimos porque se puso rígido de inmediato y no hubo manera de cerrale los
ojos. Se fue al mas allá con la mirada chueca el pobre.
Pero ahí a penas comenzó
la peor parte.
Lo envolvimos en
trapos y lo metimos a un tobo. Nos armamos de cucharones soperos y nos fuimos a
enterrarlo.
Lloviznaba, había millones
se sancudos atacándonos como kamikazes, el terreno era difícil, lleno de
piedras y botellas enterradas, las cucharas se doblaban, era muy tarde, todo
estaba solo…
-
-Este “bendito”
gato de “miercoles” que se tuvo que venir a morir justo ahorita…
-
-Y de
paso es tan grande y ni las patas se le pudieron doblar al “agraciado”!
-
-Te dije
que se las doblaras cuando aún estaba fresco, carajita!
-
-Y porque
no se las doblaste tu?
-
-Ve! No me
hagáis arrechar que ya estoy que lo tiro en el pipote pa que se lo lleve el
aseo!
-
-Aaaayyyy
no mami, tampoco así…
-
-No cabo más!
Ya cabe?
-
-De ancho
si pero de alto no.
-
-Así
quedó, metélo!
-
-Pero mami…
-
-QUE LO METÁIS!
-
-Bue….
(lo meto) le sobresale la pancita, es que esta muy hinchado…
-
-De
bol@s! si se comía todo lo que se dejaba al descuido! TAPÁLO!
-
-Pero es
que sobresale!
-
-Que lo tapéis
y después le dejamos caer unas piedras grandes arriba.
-
-En
serio?
-
-DALE!
Y así fue como
Gualdo quedo medio sepultado aquella noche tan sucedida.
La verdad siempre
me quedo la duda de si realmente ya estaba muerto cuando lo enterramos o lo matamos al dejarle caer aquellos escombros
de concreto tan bruscamente? QEPD.
martes, 20 de septiembre de 2011
Caramelo, el héroe sarnoso.
Caramelo, el viejo perro rescatado de
mi tía, es uno de los perros mas feos que he visto en mi vida:
mestizo, patas largas, pelo reseco color tierra (y con tierra) sin aparente
forma, de esos perros que son hijos de dos perros que no debieron haberse
cruzado jamás y los hijos les salen pelo largo en el tronco y pelo corto en las
extremidades, además de tener la cabeza muy chiquita para el cuerpo. No se si
me explico, el pana era feo y de paso tenía sarna.
Se pasaba los días echado
bajo un árbol durmiendo o pensativo; nadie quería socializar con
Caramelo y a él no parecía importarle.
Un día que fui de
visita, senti piedad del pobre asocial incomprendido y quise hacer algo
por el. Le pedí a mi prima que me acompañara al taller mecánico que
estaba cruzando la calle a buscar algo de aceite quemado para untarle a
Caramelo. Tomamos un recipiente vació y nos fuimos.
Al llegar allá entramos por
una especie de estacionamiento solitario y dijimos: Bueeenaaaassss! grave
error! De inmediato se activaron dos perros guardianes raza Doberman con
actitud de endemoniados, de verdad que parecían los perros sombis de
la película Resident Evil. Venían corriendo hacia nosotras
mostrando los dientes (y no precisamente por su sonrisa Colgate). Ambas nos
quedamos paralizadas, yo pensé: aquí fue! Para que correr?.
Me quede fría, petrificada, esperando lo inevitable.
Pero entonces ocurrió lo
imposible: detrás de nosotras escuche los valientes ladridos de un
perro que venia en nuestro rescate, voltee y ahí estaba el, como
en cámara lenta, ladrando y corriendo con su reseco pelaje ondeando
al viento y sus patas chuecas raudas y galopantes, nuestro salvador, Caramelo,
el viejo, el sarnoso, el feo; el que nunca deja la sombra de aquel árbol.
Y lo vi bello! bellísimo, todo un Supercan con su capa que venía a enfrentarse
al par de fieras guardianes de Satanás. No me pregunten que
paso después, yo solo se que aprovechamos la distracción y salimos
corriendo a la casa dejando a Caramelo que resolviera aquel lío.
Ya en la casa, sentadas pasando el
susto con agua, vimos llegar a Caramelo vivito y coleando que venía de nuevo a
echarse debajo del árbol.
Aquel día le puse el aceite con
taaaanto amor al perro que hasta masajes le dí.
Moraleja: el aceite quemado
realmente no sirve para curar la sarna. Al final tuvimos al mismo Caramelo feo
y sarnoso pero empatucado con el pegoste heroico de la
valentía.
Rottweiler Vs Chow-chow... y Co.
Los Rottweilers son animales súper dulces y nobles,
pero nadie puede negar que tiene un lado oscuro que no pueden reprimir y que
sale a flote en las peores situaciones. Yo lo comprobé.
En una oportunidad, viviendo en en aruba, una amiga
que vivia al lado tenia varios perros grandes, algunos mestizos y algunos
puros. Entre ellos un Rottweiler, Bobby y un callejero tambien grande,
Carmelo. En casa de mi tía, donde yo me quedaba, había un Chow-chow,
Gufy. Gufy era enemigo a muerte de Carmelo, no podían verse porque se
armaba la sampablera.
Una vez la vecina se fue de viaje y
me pidió alimentarle y cuidarle los perros. El primer dia que fui a
alimentarlos Gufy muy sigiloso se vino detras de mi sin que yo me diera cuenta
y cuando ponia la perrarina en las tazas, a mis espaldas, Carmelo y Gufy
comenzaron a pelearse. Era horrible, no soporto ver perros peleandose. Pero
todo empeoro cuando Bobby al ver la pelea se volvio salvaje y se fue sobre ellos
agarrando a carmelo, su propio hermano, por el cuello y comenzando a
estrangularlo. Entonces carmelo contra el piso tenia a Bobby que lo sostenia
mortalmente por el cuello y a Gufy, que aprovechando la ventaja, le
mordisqueaba el resto del cuerpo.
Corrí hacia ellos y quise eliminar el elemento
perturbador, Gufy, agarrándole para separarlo por el collar y
mandarlo a casa; pero este traidor (Chow-chow al fin) se volteo y
me mordió durisimo en la mano. Menos mal que odiaba tantisimo a
Carmelo, porque me soltó de inmediato para seguir mordiendolo a él.
Ante
tan dramática situacion corrí en busca
de algún elemento contundente para nockearlos y parar la reyerta;
lo único que encontré fue el tubo de metal de una escoba y
comence a dar tubazos alternando entre Bobby y a Gufy. Gufy se apartaba a causa
de los golpes pero cuando me volteaba para darle a a Bobby, Gufy volvia a
atacar a carmelo. Y lo peor es que a Bobby no parecian dolerle en nada los
tubazos, estaba como insensible e ensimismado arremetiendo contra
Carmelo!
Ya llevaba cierto tiempo en esto y comenzaba a
cansarme y desesperarme; en ese momento paso un señor que quedo muy
impresionado con el espectáculo: 2 perros y una mujer atacando a un perro
en el suelo, sangre por todos lados... (mayormente la mía). Le grite
angustiada: ayúdeme por favor! Y el señor me lanzo una mirada como de: "y
que quieres que yo haga?". Entonces miro a su alrededor, tomó una silla
plastica del porche y se la lanzo a los perros pero apunto mal y casi me causa
una fractura del lóbulo oxipital, gracias a Dios fui ágil y
la esquivé.
Todo esto no hizo mas que llenar mi cuerpo con
furia de venganza pues comprendí que solo yo podría acabar
con la guachafa; ya estaba molestisima, me gire hacia Gufy y me concentré en él
ignorando a Bobby y dejando a Carmelo a su suerte pero en un 1 a 1, al menos; A
Gufy le cai a patadas, tubazos, sillazos y otra cosa
que también termina en "azos". Fui tan despiadada que el
perro desistio y se fue chillando y corriendo despavorido a la casa a meterse
debajo de un carro. Entonces voltee hacia Bobby; entendí que a punta
de golpearlo con el ya muy malogrado tubo no lograría nada, entonces
tuve una idea. Meti el palo entre su cuello y su collar y comencé a
dar vueltas haciendo un torniquete, vueltas y vueltas y mas vueltas... hasta
que por fin Bobby comenzó a ceder. Se le doblaron las patas y callo
medio inconsciente, soltando a Carmelo y haciendose pipi. Carmelo, libre al fin
se sacudió y se largo como si nada hubiese pasado. Y a mi me toco
quedarme consolando al pobre Bobby hasta que se recuperó del todo.
Me miró con tanta dulzura mientras lo acariciaba,
como diciéndome: "perdóname, yo no se que me pasó". Nunca le
tuve ni le tendré miedo a ese perro, de hecho ahora me gustan mas los
Rottweilers pues Bobby, que no me conocía y que le di mas tubazos que
a una alfombra vieja, ni con todo esto intento morderme. Mas desconfianza le
tengo al cdm Gufy.
Chow-chows traicioneros.
La Persecución
Hoy
baje a Ovidio a caminar y hacer sus necesidades.
Abajo había un perrito
chiquitito, como un pinscher. Estaba suelto, escapado, asustado,
correteando de aquí para allá...
Su dueño le llamaba desde afuera del edificio,
no podía entrar porque las rejas del estacionamiento estaban
cerradas. Me dijo: por favor atrápalo! Pero Ovidio es un necio y el
correteaba al perrito para jugar con él y no me dejaba atraparlo. El
perrito le huía pues le tenía miedo.
Entonces este era el panorama: el
perrito corría adelante a toda velocidad, detrás Ovidio ladrándole como
loco para jugar y de ultima yo gritando y amenazando de muerte a Ovidio para
que lo dejara. Parecía aquella caricatura donde el León persigue al
africanito y este a su vez a un cuervo todo al ritmo de una tonta cancioncita?
auméntele las revoluciones y tendras una idea de nosotros 3.
El
perrito comenzó a subir las escaleras; en el primer piso habían unos 5
niños de entre 5 y 7 años jugando. Y les grité también: atrápenlo que se
escapo! Pero los niños tuvieron miedo y se montaron todos en las rejas,
como si fuera un cocodrilo! PERO SI ES UN PERRITO CHIWAWEÑO POR DIOS
SANTO!.
Al final el perrito entro por un pasillo y quedo
acorralado en una esquina, yo entre por el pero Ovidio, que venia detrás
de mi golpeo la reja y nos encerró a los 3 en el pasillo.
Tras agarrar al
perrito me toco con mucha pena molestar a alguien de ese pasillo para que
nos dejara salir. Cuando le entregue el perro al muchacho, este no paraba de reírse. Al menos me lo agradeció mucho.
A Ovidio a veces se le fríen las neuronas cuando ve un perro más pequeño que el.
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